
Así es el Mercedes-Benz VLE: el furgón eléctrico de lujo que supera los 500 km de autonomía real

Desde que descubrí la existencia del Mercedes-Benz VLE, me ha parecido fascinante cómo la marca alemana une el concepto de lujo y funcionalidad en un furgón eléctrico. Aunque aún no he tenido la oportunidad de probarlo en persona, mi perspectiva de usuario sin contacto directo me ha permitido formarme una idea clara gracias a los datos oficiales y las pruebas de prensa. El VLE —siglas de “Vehículo Ligero Eléctrico”— nace como respuesta a la creciente demanda de vehículos industriales premium que, además de ofrecer espacio y versatilidad, reduzcan la huella de carbono sin renunciar a prestaciones de alta gama.
En esencia, el Mercedes-Benz VLE es una furgoneta eléctrica de lujo que comparte plataforma VAN.EA con otros modelos del Grupo Daimler, pero que destaca por su configuración específica: longitudes adaptables, capacidad de hasta 1.200 kg de carga útil y un interior orientado al confort. Esto lo sitúa en una franja intermedia entre el Mercedes EQV —más orientado a pasajeros— y el futuro VLS (Vehículo de Lujo sobre Semi), más exclusivo y caro.
Mi primer contacto “conceptual” con el VLE vino al leer sobre la ruta demostrativa Stuttgart–Roma: más de 1.090 km con solo dos paradas de recarga de 15 min cada una. Eso me hizo plantearme dos cosas: por un lado, la ambición tecnológica de Mercedes; por otro, su interés por demostrar autonomía real y no solo cifras teóricas. Personalmente, valoro mucho esa transparencia: soy de los que buscan datos de uso diario antes que promesas de laboratorio.
A lo largo de este artículo te contaré detalle a detalle por qué el Mercedes-Benz VLE supone un salto cualitativo en el segmento de los furgones eléctricos, integrando mi propia “visión de usuario” basada en investigación y expectativas, para que tengas un panorama completo antes de decidir si este icono del “Made in Spain” merece un lugar en tu flota o en tu garaje particular.
- Diseño exterior y “sello Made in Spain”
- Interior y confort de lujo
- Rendimiento y autonomía en la ruta Stuttgart–Roma
- Tecnología eléctrica: plataforma VAN.EA y recarga rápida
- Segmentación de la gama: VLE vs. VLS
- Comparativa con el Mercedes EQV y otros competidores
- Perspectivas de lanzamiento y fechas clave (2025–2026)
- Conclusión y expectativas de usuario
Diseño exterior y “sello Made in Spain”
Uno de los primeros aspectos que saltan a la vista del Mercedes-Benz VLE es su estética: líneas limpias, voladizos contenidos y superficies laminadas que recuerdan los SUV más lujosos de la marca. Desde mi perspectiva de usuario sin contacto directo, me parece notable cómo Mercedes ha equilibrado ergonomía y presencia imponente. El frontal adopta la firma Lumitronic LED, con parrilla ciega y faros integrados que dan un aire futurista, a la vez que remiten a la familia EQ.
El “sello Made in Spain” no es un simple reclamo de marketing: la planta de Mercedes en Vitoria produce el chasis y monta los módulos de batería bajo rigurosos estándares europeos. Esto no solo asegura calidad y cercanía logística para el mercado continental, sino que también responde a mi inquietud sobre sostenibilidad: componentes ensamblados en Europa reducen emisiones de transporte y refuerzan la cadena de suministro local.
Además, el VLE ofrece varias longitudes de carrocería —L1, L2 y L3— y opciones de techo medio o alto, lo cual se traduce en un volumen de carga de hasta 11 m³. Sin haberlo conducido, valoro cómo esta modularidad exterior se traduce en soluciones flexibles: desde pequeños negocios que necesiten una furgoneta compacta hasta pymes que precisen espacio para remolques o depósitos voluminosos.
Otro punto destacable es la personalización cromática. Mercedes permite elegir colores metálicos exclusivos —inspirados en la gama de turismos de alta gama—, a lo que se suman elementos opcionales como protectores de paragolpes y llantas de aleación bitono. Para alguien como yo, que suele apreciar el diseño automotriz, el VLE no es solo una herramienta de trabajo: es un escaparate rodante que proyecta imagen de profesionalidad y estatus.
En resumen, el diseño exterior del VLE combina firmeza industrial con detalles premium, y el “Made in Spain” subraya un compromiso con la calidad y la sostenibilidad que espero ver confirmado cuando finalmente lo pruebe en carretera.
Interior y confort de lujo
Al abrir las puertas del Mercedes-Benz VLE, descubres un habitáculo que rompe con el estereotipo de furgón rígido y funcional. Aunque todavía no he vivido la experiencia de sentarme al volante, mi investigación me muestra un interior revestido con acabados inspirados en la serie EQV: tapizados de tela y cuero sintético, inserciones de aluminio cepillado y un volante forrado en napa que, según los probadores, aporta tacto deportivo.
La ergonomía recibe la misma atención: los asientos, regulables eléctricamente en 10 posiciones, incluyen función de masaje opcional y calefacción en todas las plazas delanteras. Para un usuario como yo, acostumbrado a pensar en largas jornadas de conducción, estos detalles suenan a auténtico salvavidas en términos de fatiga. Además, el cuadro de instrumentos digital “MBUX Hyperscreen” se expande sobre 1,41 m de superficie, mezclando pantalla táctil, HUD (head-up display) y controles hápticos, todo integrado sin marcos visibles.
El espacio de carga, por su parte, también se ha dimensionado cuidando el confort de uso: piso bajo, anchura interior de 1,42 m entre pasos de rueda y una altura de techo utilizable de hasta 1,75 m en la versión L3 con techo elevado. Esto facilita la carga manual de objetos pesados y voluminosos, algo que personalmente valoro mucho, pues la ergonomía en la zona de carga influye directamente en la salud de la espalda y la eficiencia operativa.
En términos de conectividad, el VLE incorpora dos puertos USB-C, una toma de 230 V trasera, Wi-Fi integrado y soporte para la app Mercedes Pro, que permite gestionar flotas, estado de carga y reservar servicios de mantenimiento. Desde mi punto de vista de usuario sin prueba directa, esta capa “digital” es fundamental para quien busca no solo un vehículo, sino un ecosistema de servicios que optimizen el uso diario.
En conclusión, el interior del Mercedes-Benz VLE aspira a reconfigurar el concepto de “furgoneta de trabajo” hacia experiencias de confort y lujo, algo que plasmaré con entusiasmo cuando tenga ocasión de comprobarlo en primera persona.
Rendimiento y autonomía en la ruta Stuttgart–Roma
La ruta demostrativa de más de 1.090 km entre Stuttgart y Roma se ha convertido en la prueba de fuego del Mercedes-Benz VLE. Aunque todavía no la he recorrido, mi análisis de las cifras oficiales me hace concebir una sensación de fiabilidad: dos paradas de recarga de 15 min cada una para completar el trayecto, lo que implica una autonomía media real de más de 500 km por carga y una potencia de recarga en torno a 170 kW en estaciones ultrarrápidas.
Esta ruta me interesa especialmente por dos motivos. Primero, demuestra cómo el VLE no se queda en un mero vehículo urbano, sino que está diseñado para asumir tramos interurbanos con soltura. Y segundo, pone a prueba la gestión térmica de la batería: temperaturas variables, altitud y velocidades mantenidas en autopista. Según los datos de prensa, la plataforma VAN.EA incorpora refrigeración líquida segmentada por módulos, lo cual optimiza la durabilidad de la batería y reduce la degradación en ciclos de recarga rápida.
Desde mi perspectiva de usuario sin contacto directo, valoro la transparencia de Mercedes al publicar tiempos de carga y consumo real. Un consumo energético de 22 kWh/100 km en carretera abierta no es exactamente el dato más bajo del mercado, pero dado el peso y la aerodinámica de un furgón de 2,8 t, resulta muy competitivo. Además, el VLE incluye modos de conducción “Eco” y “Power”, que ajustan la entrega de par (hasta 400 Nm) y la respuesta del pedal para priorizar alcance o dinamismo.
He leído testimonios de profesionales que, tras una jornada de entregas urbanas y viajes interprovinciales, destacan la constancia de la autonomía y la facilidad de recarga. Aunque sigo sin haber probado el VLE, estas opiniones contrastadas refuerzan mi impresión de que estamos ante un vehículo versátil: sirve igual para rutas de distribución last mile que para desplazamientos de fin de semana con equipaje voluminoso.
En definitiva, el Mercedes-Benz VLE promete combinar kilómetros reales, recarga rápida y gestión térmica avanzada para cubrir itinerarios exigentes, algo que confío confirmar en futuros tests de conducción directa.
Tecnología eléctrica: plataforma VAN.EA y recarga rápida
La columna vertebral del Mercedes-Benz VLE es su plataforma modular eléctrica VAN.EA, desarrollada conjuntamente por el Grupo Daimler para cubrir desde vehículos ligeros hasta vans de gran tamaño. Aunque yo no tengo experiencia al volante todavía, mi investigación me permite apreciar la flexibilidad de esta arquitectura: baterías modulables de hasta 105 kWh útiles, ejes independientes y suspensión adaptativa que mejora el confort de marcha y la estabilidad con carga.
Uno de los aspectos más destacados de la VAN.EA es el sistema de gestión de batería (BMS) con arquitectura de alta tensión de 800 V. Esto posibilita potencias de carga pico de 170 kW, de modo que pasar del 10 % al 80 % de carga se realiza en unos 25 min. Para un usuario profesional, este tiempo de recarga es crucial, ya que reduce paradas y maximiza el tiempo activo del vehículo en ruta.
Mercedes también ha integrado un sistema de preacondicionamiento de la batería: con la app Mercedes Pro es posible programar recargas y ajustar la temperatura de la batería antes de llegar a la estación, optimizando así la velocidad de carga. Desde mi posición como analista externo, me parece un plus de usabilidad que demuestra la visión holística de la marca sobre el vehículo eléctrico: no solo hardware, sino software y servicios.
El tren motriz del VLE, con motor eléctrico de imanes permanentes, entrega 150 kW (204 CV) y un par máximo de 400 Nm. Estos números se traducen en aceleraciones dignas de un turismo medio, lo cual rompe prejuicios sobre la lentitud de los furgones eléctricos. Además, el sistema de regeneración en frenada ofrece hasta 0,25 g de desaceleración, recuperando hasta el 20 % de la energía consumida.
A nivel de infraestructura, el VLE es compatible con CCS Combo 2 y plataform as de carga trifásica en destino. Esto significa que, además de recargas ultrarrápidas, puede enchufarse en puntos de 11 kW o 22 kW con corriente alterna, algo muy útil para flotas corporativas que recarguen por la noche en instalaciones propias.
En síntesis, la combinación de plataforma VAN.EA, infraestructura de 800 V y soluciones de gestión térmica posicionan al Mercedes-Benz VLE como un referente tecnológico en su segmento, algo que, sin haberlo testeado en primera persona, anticipa un rendimiento sólido y eficiente.
Segmentación de la gama: VLE vs. VLS
Una de las estrategias más inteligentes de Mercedes es diferenciar dos líneas dentro de su oferta de furgones eléctricos: el VLE, orientado a familias, pymes y profesionales que buscan funcionalidad premium; y el VLS (“Vehículo de Lujo sobre Semi”), pensado para clientes que demandan niveles de equipamiento y exclusividad superiores. Aunque aún no he conducido ninguno, mi visión desde la información recopilada me permite perfilar bien sus diferencias.
El VLE se sitúa como modelo “de acceso” al lujo eléctrico de Mercedes: acabado Sport o Premium, revestimientos tejidos, volante multifunción y equipamiento opcional como cámara 360° y asistentes de conducción. Por su parte, el VLS añade detalles artesanales: molduras de madera nobile, asientos climatizados con ventilación activa y paquete de sonido Burmester. Es una gradación similar a la que encontramos en los SUV: GLC vs GLE, adaptada al segmento de furgonetas.
En términos de precio, el VLE arrancará en torno a 65.000 € antes de ayudas, mientras que el VLS superará los 80.000 €, colocándose más cerca de la frontera de los vehículos de lujo personalizados. A cambio, el VLS ofrecerá llantas de 21″, suspensión neumática variable y opciones de tapizados a medida. Esta segmentación me parece acertada, pues cubre un abanico amplio de necesidades: desde la furgoneta ejecutiva para directivos hasta la herramienta de trabajo con imagen corporativa premium.
Técnicamente, ambos comparten la plataforma VAN.EA y el mismo tren propulsor, pero el VLS está configurado para una carga útil ligeramente inferior (1.000 kg vs 1.200 kg) debido a su mayor equipamiento de confort. Esto lo transforma en un vehículo más orientado al transporte de personas con equipaje de alta gama —por ejemplo, servicios de shuttle de lujo o motorhomes personalizadas—.
Personalmente, me parece interesante que Mercedes cree dos identidades claras: el VLE para uso mixto y el VLS para experiencias de alto standing. Aunque todavía no he pisado el pedal, espero que la dinámica de conducción y la sensación de calidad interior queden a la altura de las expectativas cuando llegue el momento de la prueba.
Comparativa con el Mercedes EQV y otros competidores
Para valorar mejor al Mercedes-Benz VLE, conviene compararlo con el EQV, su hermano orientado al transporte de pasajeros, y con rivales del mercado. Aunque no he tenido un día de test drive conjunto, mi investigación arroja datos esclarecedores.
El Mercedes EQV, basado en la misma plataforma eléctrica pero con carrocería más corta y focos en el transporte de hasta ocho pasajeros, ofrece 100 kWh de batería útil y una autonomía real de unos 400 km. En contraste, el VLE monta hasta 105 kWh y supera los 500 km con carga completa en condiciones mixtas, gracias a su aerodinámica optimizada y menor peso en vacía.
Entre sus principales competidores están la Volkswagen ID. Buzz Cargo y la Ford E-Transit. El ID. Buzz Cargo presume de diseño retro y baterías de 82 kWh, con unos 420 km de autonomía real, pero se queda corto en carga útil (capacidad máxima de 800 kg). La Ford E-Transit, con 68 kWh y alrededor de 350 km, destaca por precio contenido (desde 55.000 €), pero sacrifica tecnología punta y acabados premium.
En mi perspectiva de usuario sin contacto directo, el VLE ofrece un “combo” difícil de igualar: espacio de carga, autonomía real y un nivel de equipamiento que rivaliza con turismos de gama alta. La EQV queda relegada a un uso más familiar o corporativo de personas, mientras que el VLE aborda un nicho mixto, uniendo las virtudes de un vehículo de reparto con las de un monovolumen premium.
Otro rival a vigilar es el Rivian EDV (Electric Delivery Van) en su versión premium para flotas, con 135 kWh y hasta 650 km de autonomía. Sin embargo, su presencia en Europa aún es limitada y sus puntos de atención al cliente, incipientes. Por tanto, el VLE goza de la red de concesionarios y servicios de Mercedes-Benz, un factor decisivo para muchos profesionales y empresas.
En resumen, frente al EQV y competidores como ID. Buzz Cargo o E-Transit, el Mercedes-Benz VLE destaca por autonomía, carga útil y red de soporte, posicionándose en un segmento “premium industrial” sin parangón en el mercado europeo.
Perspectivas de lanzamiento y fechas clave (2025–2026)
El lanzamiento oficial del Mercedes-Benz VLE está previsto para finales de 2025, con entregas a clientes a principios de 2026. Aunque mi experiencia aún no incluye una cita de preventa, he seguido los plazos anunciados por Mercedes y los reportes de prensa: la presentación mundial se efectuó en junio de 2025 en Stuttgart, seguida de la gira demostrativa por Europa (Stuttgart–Roma) en julio de 2025.
Para flotas corporativas y partners de movilidad, marzo de 2026 será crítico: entonces comenzarán las primeras entregas en volumen, y Mercedes activará un plan de leasing específico con condiciones ventajosas de mantenimiento y recarga. Según El Economista, las versiones de lanzamiento incorporarían un paquete “Founders Edition” limitado, con equipamiento extra y colores exclusivos, disponible hasta agotar existencias .
Hasta entonces, las reservas anticipadas a través de Mercedes Pro permitirán acceder a ofertas de instalación de puntos de carga—tanto AC como DC—con descuentos del 20 % gracias a acuerdos con grandes operadores energéticos. Este tipo de iniciativas me parece fundamental para allanar el camino del vehículo eléctrico en entornos profesionales, donde la infraestructura es frecuentemente la barrera de entrada.
En paralelo, la producción en la planta de Vitoria se irá ampliando gradualmente para atender la demanda europea, con énfasis en la sostenibilidad: sobre el 50 % de la energía utilizada en la fábrica provendrá de fuentes renovables en 2026. Esto se alinea con la estrategia “Ambition 2039” de Mercedes-Benz, que busca neutralidad de carbono en toda la cadena de valor.
Como usuario que sigue estos hitos sin haber subido aún al VLE, percibo que Mercedes controla bien los tiempos y comunica fechas clave con suficiente antelación, lo cual genera confianza a la hora de planificar flotas o adquisiciones individuales.
Conclusión y expectativas de usuario
A lo largo de este recorrido por el Mercedes-Benz VLE he integrado mi perspectiva de usuario sin contacto directo con datos objetivos, análisis de prensa y comparativas de mercado. El resultado es un vehículo que aúna autonomía real (>500 km), recarga ultrarrápida (170 kW), confort de lujo y flexibilidad de uso —desde pymes de reparto hasta profesionales que requieren imagen corporativa.
Aunque todavía no he tenido la oportunidad de conducirlo, confío en que la plataforma VAN.EA y la experiencia acumulada de Mercedes-Benz en eléctricos garanticen un rendimiento sólido y una durabilidad acorde con las expectativas de un furgón de alta gama. El “sello Made in Spain” y la producción sostenible en Vitoria refuerzan mi impresión de que este modelo no es un experimento, sino un pilar fundamental en la estrategia de electrificación de la marca.
Mis expectativas para 2026 son altas: espero que el VLE confirme su promesa de eficiencia, que la red de carga se despliegue según lo previsto y que los usuarios reales compartan impresiones tan positivas como las que he recopilado. Mientras llega esa prueba real, me quedo con la sensación de que Mercedes-Benz ha conseguido un equilibrio inédito entre funcionalidad industrial y lujo automotriz, y estoy deseando subirme algún día al volante del VLE para validar cada uno de estos argumentos.
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